Cito el período, para que los compañeros de ese intervalo recuerden nuestra común convivencia y se animen, a su vez ,a relatar y exponer aquí sus experiencias –tanto buenas como no tanto.
De entrada, todos estaréis de acuerdo conmigo que allí adquirimos una serie de conocimientos que, de otro modo, hubiera sido problemático alcanzar debido a que nuestros padres, en su mayoría, no eran tan solventes como para proporcionarnos la educación académica que recibimos. Fue una cuna de Oficlales, Maestros, Peritos e incluso, los más facultados y afortunados, Ingenieros
También aprendimos a “ser hombres” a edad temprana y valernos por nosotros mismos (hacer la cama (petaca incluida), planchar los pantalones entre la manta y debajo de la cama), lavar pañuelos ,calcetines, coser, etc etc. Allí no estaba mamá para realizarlas.
Fue gratificante el convivir con tantos compañeros y amigos las 24 horas del día durante varios años. Ahora, y gracias a la iniciativa del creador de este lugar de encuentro, podremos evocar anécdotas y vivencias compartidas. ¿Quién no las ha tenido…?
No quiero dejar de lado nuestro paso por los Talleres, gracias a lo cual, descubrimos lo que era el torno o un martillo., y estar más o menos capacitados para hacer ahora nuestras chapucillas de bricolaje.
Paso a relatar algunos de mis muchos recuerdos imborrables. De entrada, en Córdoba fue donde más calor y más frio pasé. Cuando veníamos de la paliza de gimnasia y después de ducharnos, ya estábamos sudando nuevo.
También eran muy sanos los aires que venían del Cerro Muriano…
Las habitaciones eran de seis camas y nos despertaban temprano a golpe musical de “Tequila o el Rock de la Cárcel.
A veces hacíamos guerra de almohadas entre habitaciones y también entre pasillos hasta que aparecía el Hermano (no recuerdo su nombre) y si era Fray Jorge o Fray Carlos ( alias “pelo pincho”) piés para qué os quiero….!!!!
Los domingos cuando bajábamos a Córdoba, era obligada la visita a los Círculos Mercantil o de Labradores para meter algo entre pecho y espalda. La cerveza del bar El Correo tirada por algunos de los mastodónticos hermanos, era de los más refrescante, si olvidar los bocatas de calamares de Madrileña en el pleno centro de Las Tendillas. Por cierto hay mucha gente –incluso los cordobeses-, que desconocen que la cabeza blanca de la estatua del Gran Capitán es del torero Lagartijo.
Si teníamos dinerillo suficiente, acudíamos al Gran Teatro o al Cine Góngora, sino, pués a pasear e intentar ligar con algún “guayabo” por la Judería o el “tontódromo”
Lo que era y es espero que se conserve bien en “nuestra casa” era el teatro romano al aire libre. Por allí pasaron la pareja de flamenco Rosario y Antonio, como también Analía Gadé y su pareja de entonces Juan Carlos Torry. Sin olvidar la película Hola Muchacho de Ana Mariscal, (no alcanzó éxito alguno creo)
También recibimos la visita de Franco, escoltado por su guardia personal y ataviados con aquellas boinas rojas y su borlita, que no paraban de recomendarnos que gritaramos el clásico VIVA FRANCO a su paso.
La Iglesia hay que reconocer que es una magistral obra de arquitectura . Nunca se me olvidará los Ejercicios Espirituales, con sus Misas, y Confesiones de obligado cumplimiento. Para confesarnos tratábamos de evitar hacerlo con los dominícos de la Universidad –innecesario explicar el por qué…?. -
En una ocasión nos pusimos en la fila de uno de los confesionarios donde había un sacerdote que aparentemente tenía cara de buena persona, sí, sí….!!!!!!!
Os cuento: el primero de la fila, intrépido valiente voluntario, fue el primero en confesarse y así probar la bondad o dureza del confesor. Cuando estaba de rodillas, recibiendo un buen rapapolvos, puso la mano en la espalda y chasqueando los dedos trataba de de indicarnos que huyéramos de allí. Naturalemente le obedecimos todos. El pobrecillo debe de estar aún rezando la penitencia….!!!!
Estos comentarios no son el punto final
Un saludo